lunes, 17 de marzo de 2008

Bangkok, una ciudad donde todo es posible.



Planificar un viaje a ese 'otro mundo' que parece el Sudeste Asiatico para los occidentales, es igual de misterioso como excitante. Imaginar poder pisar esos templos milenarios, caminar por las angostas calles repletas de puestos y ofertas inimaginables, y cruzarse a monjes descalzos con tunicas anaranjadas, resulta un sueคo lejano, pero que puede cumplirse con poco dinero y espiritu de aventura.
La primera impresion de Bangkok dista bastante de la serenidad asiatica que uno puede esperar. Quiza se acerque mas a recuerdos de paisajes sudamericanos, como las atestadas calles de La Paz, con sus ferias interminables, inundadas por el aroma a comidas cocinadas en las veredas y ruidos de bocinas que poco saben de leyes de transito.
El barrio de Banglamphu es la parada obligada. Un oasis turistico donde se ven mas cabezas rubias que ojos achinados, y quiza sea una de las zonas mas occidentalizadas de la ciudad.
Los templos aparecen salpicados entre los edificios viejos, los infinitos cibercafes y las remeras que imitan -con bastante exito- a las marcas europeas. Se erigen majestuosos y se ganan el respeto y la admiracion de todo transeunte. Pareciera que ninguna foto es suficiente para poder transmitir la imagen del Buddha y vibrar bajo la energia que se concentra en cada templo.
Desde los angulosos techos de las pagodas hasta las estatuas mitologicas que custodian cada estructura, todo lo religioso es sacro, y por mas lejos que uno haya crecido de esa cultura y esas costumbres, es imposible no sentirse avasallado por tanta belleza y majestuosidad.
La vida del turista en Bangkok es dificil. La ciudad es atrapante y los thais, tambien. La oferta de venta es infinita: desde dvds a artesanias tipicas, pasando por trajes a medida, comidas y musica, hasta llegar a acompanantes orientales que pueden hacer mas placentera la estadia... de todo senor que tenga euros en su bolsillo.
El calor es el companero inseparable, no importa la epoca del ano. Si el presupuesto lo permite, una habitacion sencilla pero decente incluira un ruidoso aire acondicionado. Sino, por unos pocos bahts*, el turista puede dormir bajo el debil aire de un ventilador.
Moverse por la ciudad no sera dificil. A cada paso un conductor de tuk-tuk** ofrecera recorrer Bangkok en varias horas, por unas monedas. Las promesas aumentan a medida que uno avanza, pareciera que para los thais, que uno quiera recorrer unas cuadras a pie es inconcebible.
Comprar es la tentacion, pero tambien, un dolor de cabeza. Los precios no existen, todo es relativo, todo se negocia, desde una remera hasta un enchufe. La primer cifra siempre es simbolica y las habilidades de compra y venta se aprenden rapido (aun cuando uno siempre terminara sintiendo, por alguna razon, que el que hizo negocio fue el vendedor).
La comunicacion sera otro escollo, divertido por lo general. El idioma universal es el ingles. Escuchar una conversacion e intento de venta entre un tailandes y un argentino -cada uno sintiendo que su acento es el correcto-, es digno de filmar y puede terminar convirtiendose en algo insoportable. Como sea, son las reglas del juego, y los extranjeros, somos nosotros.
La oferta de comidas es interminable y muy economica. El desafio es probar algo tipico en los puestitos callejeros, aunque para el 'delicado estomago occidental', las opciones de pizza y pasta igualan a las de arroz y noodles***.
Bangkok es un mundo aparte, donde se puede pasar del paraiso espiritual al infierno del consumismo en cuestion de segundos, y aun asi, la experiencia resultara totalmente unica.

*bahts: moneda local.
** tuk-tuk: tipico transporte tailandes de tres ruedas, con un asiento trasero que permite llevar entre dos y tres pasajeros, a un precio siempre negociable y muy economico.
***noodles: fideos orientales fritos.

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